miércoles, 5 de febrero de 2014

La autodestrucción

Nos ocurre con frecuencia que nos sentimos frustrados ante situaciones que pasan y no nos gustan, exigiendo que las cosas no deberían ser como realmente son y "qué mala suerte tengo, qué injusto es el mundo, esta vida es tremenda mierda", cayendo en un diálogo interno en el que somos las víctimas inexorables de la actitud de los otros y de lo  mal que nos hacen sentir aquellos por los que tanto hemos hecho... Evidentemente, muchas de estas situaciones pueden ser reales, pero el no aceptarlas y ver qué podemos hacer para cambiarlas o que decisión debemos seguidamente tomar, nos lleva a autocompadecernos y a sentirnos cada vez peor.

Detrás de la autocompasión hay un deseo infantil de que son los demás los que deberían cambiar y ser de diferente manera a como son, de no aceptar la realidad y quedar inmóvil, porque ésta autocompasión nos lleva a culpar al mundo en general de nuestro malestar, impidiéndonos tomar una postura activa y decidida para empezar a cambiar lo que está en nuestras manos poder cambiar.

La autocompasión es una de las principales formas de baja tolerancia a la frustración. Sentirse apenado o decepcionado son sentimientos sanos y saludables que normalmente no nos paralizan y nos permiten, después de un tiempo, seguir con nuestra vida y propiciar los cambios adaptativos necesarios para seguir adelante.

Caer en esa constante autocompasión y culpar al mundo de las frustraciones con las que diariamente nos encontramos, nos conduce irremediablemente a paralizarnos, a no hacer nada para cambiar y a sentirnos cada vez peor y deprimirnos.

Huye de la autocompasión tan rápido como puedas, y plantéate que cada vez que aceptas una frustración por dentro te fortaleces y tomas la decisión de seguir adelante con tu vida.

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