Hay una tendencia a victimizarnos. Victimizarse es pensar
que alguien o algo está contra mí, no es algo que tiene que ver conmigo. El
autoengaño es siempre pensar que aquello que me acontece en un momento
determinado no tiene nada de responsabilidad en mí. Nuestra cultura es la
cultura de la alegría. La alegría cabe en cualquier parte, pero no es cultura del dolor por lo tanto no
sabemos que hacer con el. Hay autoengaños colectivos y hay autoengaños
particulares. Un autoengaño colectivo es pensar que los problemas son culpa del
mundo. Cuando entiendes que las cosas en tu vida suceden porque no solo hay
algo que pasa afuera si no que hay algo en ti que las provoca, sales del
autoengaño. El autoengaño emocional es no querer ver que te están diciendo a
gritos que no te aman, que no te aprecian o algo que es contrario a lo que
piensas. Es importante revisar siempre todas las instancias donde estamos.
Porque es necesario saber que hay algo en lo que tú no has trabajado pero que está
allí. El autoengaño impide el movimiento, el movimiento impide la
transformación. Si no hay transformación no hay cambio. El autoengaño se ve
mucho en enfermedades crónicas que no aceptamos, no aceptamos y nos descuidamos
y de esa forma nos autoengañamos. El que piensa que controla las adicciones se
autoengañó. Porque las adicciones realmente no son controlables. Muchas veces
preferimos excluir que confrontar. Lo mejor es enfrentar eso para así poder
estar libre de autoengaños.